Martes 15/11/2011
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el peso
Editorial
 
 
 

Aborto

[SEPA/Diario El Peso] En Argentina ha resurgido la discusión sobre la despenalización del aborto y al parecer será uno de los temas tratados en la agenda parlamentaria para el año 2012. En dicho país, la interrupción voluntaria del embarazo o aborto inducido es un delito contra la vida, contemplado en el Código Penal Argentino. La ley prevé sólo dos causales en las cuales se despenaliza al aborto: la primera es el “aborto terapéutico”, que se autoriza cuando la vida o la salud de la madre corre peligro y no existe otro medio para evitarlo. La segunda causal se da en caso de violación o un atentado al pudor sobre mujer “idiota o demente” [sic] y se denomina “aborto eugenésico”.

El valor que subyace en su penalización, es el de vida, de ahí la denominación de esta clase de delitos como “contra la vida”. Sin embargo, un dato cierto de la realidad es que, de los abortos practicados, pocos llegan a ser judicializados, porque esta intervención médica se practica de manera clandestina, a pesar del alto porcentaje de abortos existentes.

Algunas autoridades sanitarias han estimado que, de los embarazos gestados en un año se realizan alrededor de 500.000 intervenciones, lo que equivaldría a un 40% del total. La misma fuente estima que 80.000 mujeres tienen complicaciones después del aborto e incluso muchas mueren, por haber sido practicado en condiciones médico sanitarias precarias.

La discusión sobre esta temática involucra como dijimos el valor “vida” o sea que aquellos que penalizan el aborto tanto como los que no lo penalizan dicen respetar aquel valor. Para el Código Civil Argentino la vida y la persona comienza desde la concepción en el seno materno. En consecuencia, todo atentado en contra de la vida de las personas [salvo las excepciones contempladas] es punible.

Los partidarios de la despenalización se enfocan en la vida de la mujer embarazada, a la que reconocen el derecho de decidir sobre el destino de su vientre. Es conocido el lema invocado en las manifestaciones a favor de la despenalización, que dice: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Esta postura, que es un poco iracunda, puede entenderse aunque no justificarse, en relación a las muertes ocurridas por abortos mal practicados. También es un hecho que estas muertes, ocurren en general a mujeres de menores recursos, ya que las otras pueden financiarse un buen sanatorio privado. Una solución para evitar o reducir estas muertes radicaría en una fuerte campaña de educación sexual sobre métodos no abortistas de prevención del embarazo.

Volviendo a la idea de la defensa de la vida como valor jurídico protegido, encontramos también excepciones, por ejemplo cuando una persona mata en legítima defensa. Nadie está obligado a dar la vida ante un agresor y en este caso el valor de la vida se relativiza. Se despenaliza al que mata en legítima defensa y se opta entre dos vidas prefiriendo aquella del que sufre la agresión y no la del agresor. Un sentimiento parecido justifica el aborto terapéutico. Para la ley argentina, Todos estamos obligados a ser buenos ciudadanos, pero ninguno lo está de convertirse en mártir, no siquiera una madre. En este caso se sacrifica al más débil que es la criatura por nacer. Muchos ejemplos prácticos pueden abonar esta decisión legal: una madre puede tener otros hijos que criar, el parto puede terminar en la muerte de ambos, etc. Es como una opción por un mal menor, aunque la persona sacrificada sea inocente de toda conducta e inconsciente de lo que ocurre.

Entérese en Wikipedia

Interrupción voluntaria del embarazo
Interrupción voluntaria del embarazo

Aborto en argentina
Aborto en argentina

Planificación familiar
Planificación familiar

Salud reproductiva
Salud reproductiva

Discutir sobre la defensa del valor vida se ha vuelto más difícil todavía en la actualidad. Un nuevo concepto de muerte ha corrido el límite de lo que se considera vivo. Hoy los médicos hablan de “muerte cerebral”, para justificar la ablación de órganos a una persona que está “viva fisiológicamente pero muerto cerebralmente”, o sea le late el corazón. Se sabe que, para extraer un órgano de un cuerpo humano que sirva para un transplante, la persona no puede estar “muerta” en el sentido clásico de la palabra, aquel que entendían nuestros abuelos.

Sin embargo se justifica esta decisión, por que los órganos del “muerto cerebralmente” pueden servir para salvar la vida a muchas personas que están en listas de espera para transplante. También se opta entre vidas y a unas se las considera más valiosas que a otras.

Sin embargo, la introducción de lo “cerebral”, tan caro a la especie humana como definitorio de su entidad fisiológica, ha dado argumentos a los partidarios de la despenalización del aborto cuando éste se practica antes de las 12 semanas. ¿Por qué? Por la sencilla razón que un feto carece de “cerebro” hasta los cuatro meses de gestación ya que recién a partir de esa fecha se desarrolla.

Entre un cerebro muerto y la ausencia de cerebro no parece haber en principio demasiadas diferencias. Las que hay perjudicarían al embrión. Un aborto practicado antes de las doce semanas, se hace sobre una biología sin conciencia ya que nunca la tuvo.

¿Haría falta otra razón? Si lo que se extrae no tiene conciencia, cualquier razón trivial podría ser válida para que una persona embarazada decida abortar, como la de haberse levantado mal-humorada en una tarde calurosa, haberse peleado con un novio, etc. Imagino, en una futura sociedad sin culpas, a un grupo de adolescentes conversando: “¿Vamos al cine el sábado?... no puedo, estoy de aborto, tal vez el lunes”.

Curiosamente, algunas versiones del Islam mantienen una perspectiva gradualista que tiene su fundamento en su propia teología. El espíritu [rub] entra en el feto alrededor de los 120 días [4 meses] después de la concepción.

En realidad podríamos agregar un nuevo concepto, para no llegar a ese extremo, el de “viabilidad”, una persona muerta cerebralmente, según los médicos no tiene posibilidad de recuperación y va indefectiblemente hacia la muerte [este concepto debería revisarse]. Un feto, si nadie lo molesta ni interrumpe su desarrollo puede llegar a jubilarse algún día [como persona nacida, se entiende].

No faltará quién cuestione que, si la viabilidad es condición para que se respete a la vida podríamos autorizar la eutanasia de aquellos que padecen enfermedades graves, aún sin su consentimiento.

Con la idea de “viabilidad” estamos justificando que no se mate a una persona por nacer, por ser viable. Sin embargo con la misma idea invertida, “la falta de viabilidad”, autorizamos en algunos casos a que se mate a una persona nacida y adulta por no ser “cerebralmente” viable.

Lo peor de todo es que dejamos la definición práctica de “viabilidad” a un grupo de personas con una formación muy precaria: “los médicos”, que a su vez van a descargar la responsabilidad de decidir la muerte de un ser querido a sus parientes [que todavía saben menos del tema], asegurándoles que el paciente ha muerto “cerebralmente”. Afortunadamente no es el caso de cualquier enfermo grave, sino de sólo aquel que por alguna razón no puede decidir, lo que transforma a una siesta tomada en una cama de hospital como una actividad de alto riesgo.

Sin embargo los datos más relevantes de esta problemática son las muertes de mujeres que abortan en condiciones sanitarias dudosas y de sus hijos. Lo ideal es evitar ambas muertes [la de la madre y la del hijo]. Para ello la única solución es una educación sexual integral que fomente una maternidad y paternidad responsable y que evite o minimice los embarazos no deseados.

Ocurrido el embarazo no deseado, algunos proponen al legalizar el aborto, salvar a la madre posibilitando un aborto sanitariamente satisfactorio, accesible y no punible. Muchos cuestionan si la legalización de los actos ilícitos es un camino peligroso para resolver un problema social. A su vez quienes propugnan que siga la penalización del aborto son criticados por que mantendrían la situación inicial y las pérdidas de vidas de madres y sus hijos en razón de los abortos clandestinos a lo que se agrega que afecta a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Todo depende de lo que se entienda por vida y de lo que se haga para defenderla. Si un embrión es vida, entonces hay que protegerlo de la maternidad y paternidad irresponsables a través de una adecuada alfabetización sanitaria. ¿Qué es más caro? ¿Utilizar los medios de comunicación, las escuelas y los hospitales para orientar el ejercicio de una sexualidad responsable… o pagar el costo ingente de vidas humanas, ya sea la de la madre, la del hijo o la de ambos? La ignorancia y la indiferencia social son la principal causa del aborto y de la consecuente muerte de personas. Ocurrido un embarazo no deseado ¿Qué es más traumático, un aborto o un parto? La discusión recién comienza.

 

Comentario de los Lectores

[17-11-2011] 10:49 am
Asegurar que la despenalización del aborto constituye una medida necesaria que garantiza derechos de salud de las mujeres, es una falacia indignante. Principalmente, porque la ley que se intenta imponer, conlleva oculta su verdadera intencionalidad, la cual es seguir ofreciendo a los hombres y mujeres argentinos, sexo libre, sin frenos de ninguna especie. Esto es tan evidente, que si de medidas necesarias hablamos, el tema prioritario que debería estar tratando el Gobierno desde hace mucho tiempo, es el de una mejor educación para todos, en todos los ámbitos. Una educación que le permita al pueblo vivir y morir con la mayor dignidad posible, ya que esto sí constituye una necesidad imprescindible para todos sus miembros.
Daniel E. Chavez
S.M. de Tucumán

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[27/11/11] 11:31 a.m.
Es de lo más completo que he leído sobre el tema.
Coincido con su idea: el respeto del derecho a la vida desde la concepción; también, que es necesaria la formación y que se debe erradicar la indiferencia frente a este tema.
Muchas madres llegan a esa decisión por su ignorancia y porque nadie las forma en otras opciones.
Con respecto al concepto "embarazo no deseado" prefiero el término "embarazo no programado o no buscado". Muchas veces, no es que no se desee un hijo sino que éste llega en un momento de la vida de la madre en la cual ella desea concretar otros proyectos, incompatibles tal vez con el embarazo.
Veo que no se refiere a los Derechos Humanos y pareciera que se da por sobreentendido que los derechos humanos son los derechos de la madre y que la persona por nacer carecen de ellos. (otro concepto en que se apoyan los abortistas y que considero erróneo).
Por último quisirera referirme a otro aspecto no considerado en el artículo (sólo como humilde aporte): la responsabilidad.
Los seres humanos (en este grupo incluyo a un grupo de las mujeres embarazadas que reclaman el derechos al aborto, exepto los casos de violación, los cuales también requieren un debate profundo) somos libres y responsables de los actos y decisiones que elegimos en nuestra vida; por lo tanto esa responsabilidad debe ser asumida individualmente (o mejor, por los dos progenitores) y salvo los casos previstos por la ley argentina, esta responsabilidad recae sobre el estado o la sociedad de la cual todos formamos parte: abortistas y no abortistas.
Personamente siento que una ley de legalización del aborto me hace cómplice de este delito por ser parte de la sociedad argentina.
También este debate es un llamado de atención hacia los organismos encargados de combatir este delito y los castigos que deben imponerse a quienes lo practican.

María Lopes

 

 

 

 

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