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El Enigma Sanmartiniano


"Cortesía de la bibliotecas de la Universidad de Texas, Austin".

[SEPA] Mucho se ha escrito sobre José de San Martín, tal vez el prócer argentino más enigmático de todos; rodeado de secretos familiares y conjuras políticas; de origen incierto y triste destino. Sus compatriotas lo discuten y analizan como a un contemporáneo; ya sea para considerarlo un paradigmático ejemplo de sabiduría, valor, humildad y patriotismo o, por el contrario, para denostarlo con la pérfida injuria de la traición.

Tres misterios jalonan su vida; desde su nacimiento, durante su lucha y hasta su muerte. Dice la historiografía ortodoxa argentina que el prócer nació en Yapeyú, hoy una localidad de la Provincia Argentina de Corrientes; pero en 1778, esa región era parte del Virreinato del Río de la Plata, por lo que su nacionalidad era española. José de San Martín fue un español americano hijo de un militar español peninsular que fuera Gobernador de Yapeyú, el capitán Don Juan de San Martín. Su madre fue Doña Gregoria Matorras del Ser, una dama también española peninsular. Ambos padres eran originarios de Castilla y León. Doña Gregoria Matorras estaba además muy ligada a Tucumán, pues parte de su familia, se encontraba allí afincada; llegando a ser su primo hermano Don Gerónimo Matorras Capitán General y Gobernador de Tucumán.

Al primer misterio sobre San Martín se lo conoce como El secreto de Yapeyú: El historiador argentino, Dr. Hugo Chumbita, ha planteado una tesis que sostiene que el libertador, en realidad fue hijo del marino español Don Diego de Alvear y de una joven india guaraní llamada Rosa Guarú que trabajaba en la casa de la familia San Martín. Diego de Alvear fue militar, geógrafo, astrónomo, matemático y políglota, enviado a América por el rey Carlos III para hacerse cargo de la demarcación de límites de los territorios que se repartían las coronas española y portuguesa. Por ello llegó a Yapeyú, hospedándose en la Casa de la Familia San Martín donde habría conocido a la joven y bella guaraní, embarazándola no se sabe en qué circunstancias, si fue seducida o violada. Rosa fue bautizada como cristiana y le cambiaron el apellido por Cristaldo; tradición de la época.

Especula el autor que Don Diego, quiso evitar sanciones por haber infringido la prohibición que le impedía tener relaciones extramatrimoniales con las indias y le pidió al gobernador Juan de San Martín que lo inscribiera como su quinto hijo, comprometiéndose a hacerse cargo económicamente del niño. No fue casualidad que, con posterioridad, el joven San Martín fuera admitido en el Real Seminario de Nobles en Madrid, o que estudiara en la academia militar de Cádiz junto a Carlos María de Alvear, único hijo legítimo que le quedó a Don Diego luego del hundimiento de la fragata Mercedes en 1804. En el futuro, Carlos María llegaría a ser un acérrimo enemigo de su medio hermano al que destetaba por su origen bastardo, según los cánones de la época. Quiso el destino que otro hijo natural, se uniera a San Martín para juntos hacer la campaña libertadora de Chile; pues Don Bernardo de O’Higgins era hijo de un gobernador de Chile, luego Virrey del Perú Don Ambrosio O’Higgins, de origen irlandés y de una india mapuche de apellido Riquelme.

Cuando el niño tenía tres años, el matrimonio San Martín se trasladó a Buenos Aires separándolo de su madre biológica con la promesa, luego incumplida, de que volverían a buscarla. Después de otros tres años la familia San Martín regresa a Cádiz, España, donde el joven comenzaría sus estudios militares llegando a ser un destacado y valiente militar que a los 14 años tuvo su bautismo de fuego. También se convertiría en un refinado intelectual que hablaba francés, inglés y tocaba la guitarra con virtuosismo. Su encubierto origen fue un secreto a voces consignado incluso en diarios personales y cartas de algunos miembros de la familia Alvear y en la tradición oral de esa familia transmitida de boca en boca por varias generaciones. José de San Martín fue un hombre elegante alto y moreno, con nariz aguileña; pero sus padres fueron personas de muy baja de estatura su padre medía 1,43 m y su madre era más baja aún; además eran muy blancos, siendo su padre rubio y ambos con ojos claros; lo que implicaría un aval más para la tesis del historiador Hugo Chumbita. De su madre biológica poco se sabe, se cree que habría vivido 102 años y rumores circulaban que nunca habría olvidado a su hijo.

El segundo misterio sobre San Martín estriba en la llamada La traición masónica ¿Por qué un español americano, católico y a quien España le había otorgado el grado de Teniente Coronel a los treinta años, que había defendido valientemente a España contra Napoleón y contra los ingleses en batallas navales, renuncia a su carrera militar, ingresa a la masonería y solicita un pasaporte a Londres? Inglaterra, precisamente, había derrotado a España en 1805 en Trafalgar sucediendo al imperio español como potencia marítima después de 400 años de dominio español y la Francia napoleónica había desplazado al Rey de España Fernando VII.

¿Dónde estaban las lealtades de San Martín? La respuesta es compleja pero se puede hacer un intento de arribar a ella analizando algunos hechos. Parte de la historiografía conservadora y revisionista argentina intenta demostrar que San Martín no fue masón, lo cual es un error. No hay dudas de que perteneció a la Logia de los Caballeros Racionales de Cádiz y que junto con otros españoles americanos llegó en la fragata inglesa George Canning al Río de la Plata para unirse al movimiento revolucionario. La historiografía oficial anti-rosista y liberal fundada por Bartolomé Mitre, tampoco niega de sus indudables vínculos masónicos con Inglaterra, pero no considera que ello sea una capitis deminutio de su historia política y militar, sino incluso una virtud que justifica la actitud pro-inglesa del partido unitario que gobernó Argentina desde la caída de Juan Manuel de Rosas en 1852 con la Batalla de Caseros hasta la asunción de Hipólito Yrigoyen en 1916. Bartolomé Mitre elabora una historia edulcorada y acartonada de José de San Martín que elude sus contradicciones y que podemos -describir parafraseando el sentido de la expresión ad usum delphini- como una historia escolar simplificada destinada a fijar un dogma ideológico como herramienta educativa obligatoria y modélica en los diferentes niveles de la enseñanza pública argentina.

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El Rey Felón
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Expedición Libertadora al Perú
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La opinión sobre San Martín, más severa y crítica, es la del destacado abogado e historiador revisionista argentino, Dr. Julio Carlos González, que analiza el desempeño político y militar de San Martín a lo largo de su carrera, su pertenencia a logias masónicas y las decisiones que adoptó cada vez que ejerció poder político. A criterio de González San Martín siempre fue funcional a los intereses británicos tanto en el orden político (favoreciendo la división de la gran nación hispanoamericana) como en el orden económico (favoreciendo el libre comercio con Inglaterra); en definitiva y desde esta perspectiva era un agente británico. La obra de González es vasta, polémica, erudita y documentada; lo que no impide su ágil lectura por su prosa clara. Uno de sus libros más destacados, es su voluminosa historia de La Involución Hispanoamericana publicada en 2010, en cuyo capítulo XXV desarrolla su tesis, así como en el anexo al mismo titulado San Martín y los empréstitosen el que examina también la posición de Juan Manuel Rosas, a criterio del historiador, favorable al imperio inglés.

También en el fecundo terreno de la corriente revisionista argentina se encuentra la postura del historiador y politólogo, Dr. Juan Marcelo Gullo Omodeo, que intenta desentrañar, a San Martin y poner en contexto histórico su desempeño político y militar, tomando como referencia las tres contradicciones o dilemas con las que, la América Española se enfrentaba a comienzos del siglo XIX. La primera de estas contradicciones contrapone a una política económica proteccionista de la incipiente industria hispanoamericana, frente al libre comercio propugnado por Inglaterra. La segunda contradicción enfrenta la unidad de la Patria Hispanoamericana contra su división en la mayor cantidad de países posibles; y la tercera contradicción opone a la tradición hispánica y católica frente al iluminismo secular y anti religioso. Gullo se pregunta ¿Qué actitud asume San Martín frente a estos tres dilemas de su tiempo?

En relación a la primera contradicción; cuando San Martín llega en 1812, gobernaba el Río de la Plata el primer triunvirato, que había derrocado a la Junta Grande. La Junta Grande, a su vez, estaba conformada por representantes de las diferentes regiones del Virreinato que se habían ido integrado a la Primera Junta nacida el 25 de mayo de 1810, como un intento de dotar a ese primer gobierno Patrio de representatividad. En este contexto, la Junta Grande había frenado la apertura comercial que la Primera Junta de Gobierno, exclusivamente porteña, había decretado a favor de los ingleses el 26 de mayo de 1810. Pero el sector pro-británico impulsó un golpe de estado contra la Junta Grande para imponer al Primer Triunvirato (integrado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso), cuyo inspirador fue Bernardino Rivadavia quien siempre pretendió favorecer abiertamente a los ingleses. San Martín, durante toda su vida, se enfrentó a Bernardino Rivadavia y a sus políticas aperturistas; por lo que apoyó la destitución del Primer Triunvirato surgiendo de esta forma un Segundo Triunvirato (integrado inicialmente por Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso; luego los dos últimos serán remplazados por Gervasio Posadas y Juan Larrea).

En su paso por Mendoza, San Martín adoptó medidas proteccionistas de la industria vitivinícola de Cuyo y en diferentes cartas se refirió a la necesidad de fomentar la industria del Virreinato. En definitiva no concordaba con el mandato británico de imponer a rajatabla el libre comercio en la América Española; pues era consciente del empobrecimiento que ello provocaba en estas tierras.

Frente a la segunda contradicción que plantea por un lado la unidad de los Virreinatos, frente a la disgregación de los dominios españoles en varios estados; el Dr. Gullo entiende que San Martín bregó por una gran nación hispanoamericana y que la reunión con Simón Bolívar en Guayaquil tuvo ese propósito, al ceder a quien estaba en mejor posición para llevar a cabo el proyecto. Su negación posterior a intervenir en luchas intestinas y su respeto por José Gervasio de Artigas abonan esta tesis.

La última contradicción a la que se refiere el Dr. Gullo está relacionada con la tradición hispánica y católica de la América Española y a la intención del imperio inglés de contraponer a ellas las ideas iluministas y de un pretendido progreso civilizatorio. Los intercambios epistolares habidos entre San Martín y Manuel Belgrano (que por otro lado era un ferviente católico) no dejan lugar a dudas de las ideas religiosas de ambos y que pusieron en práctica como comandantes de sus respectivas tropas. Más allá de la fe que profesaban, entendieron la función unificadora y cohesiva que cumplía la fe católica en los pueblos hispano americanos.

Conclusión: Las actitudes de José de San Martín frente a las tres contradicciones planteadas en el análisis del Dr. Juan Marcelo Gullo Omodeo autorizan a descartar la acusación implicada en el segundo misterio Sanmartiniano relativo a su profesión masónica comprobada. Pero es en el análisis del tercer misterio que puede comprenderse esa aparente contradicción entre su fe y patriotismo y su filiación masónica y aparente anglofilia.

El tercer misterio ¿Un católico masón?: San Martín nació católico y fue un soldado español americano destacado en la defensa de su patria española. Sin embargo, durante su carrera militar le tocó vivir la decadencia de la monarquía francesa de los Borbones que pretendió gobernar a España y a sus virreinatos de ultramar bajo un absolutismo déspota, centralista e iluminista, contrario a la tradición española y con una demostrada ineptitud y corrupción. Todos los españoles peninsulares compartían ese sentimiento de rechazo frente a Fernando VII, tal vez el peor rey de la historia de España, caracterizado por una cobardía pusilánime que lo llevó a humillarse frente a Napoleón pidiéndole por carta que lo adoptara como “hijo” y que a pesar de ello terminó preso y desplazado por los mismos franceses. El pueblo español lo apodaba “El Felón”, término que significa traidor. Frente a la crisis terminal de una metrópolis decadente, que cedió su honor primero a los franceses y luego a los ingleses; San Martín, al enterarse de la Revolución de Mayo renunció a su carrera militar para ponerse al servicio de lo que quedaba de su Patria y vino con la idea de que la Gran Nación Hispanoamericana se independizara de una metrópolis gobernada por extranjeros decadentes y corruptos.

San Martín era, como militar un estratega brillante; y como político un hombre avezado y astuto. Era experto en inteligencia militar y espionaje y usó durante su desempeño en América más de setenta espías (uno de sus más destacados fue su amigo y lugarteniente, el tucumano Bernardo de Monteagudo). Tuvo que navegar por aguas tormentosas y desde una posición de debilidad.

¿Cómo se explica que arribara a América en buques ingleses? La respuesta es sencilla, como los únicos buques que llegaban al Río de la Plata eran ingleses; vio la necesidad de llegar a Londres y vincularse con la masonería. De ninguna otra manera los ingleses hubieran permitido a un destacado oficial español regresar a Sudamérica, una tierra por ellos largamente codiciada por el imperio británico. Como lo resalta el Dr. Gullo, San Martín regresó como masón al Río de la Plata (es innegable); pero bien arribó a las tierras sudamericanas hizo todo lo contrario a los intereses británicos; con astucia e incluso aprovechando un plan inglés para conquistar América del Sur, el Plan Maitland, presentado por Sir Thomas Maitland en 1800 al primer ministro británico William Pitt, que preveía tomar Buenos Aires y luego, desde Mendoza, cruzar los Andes para derrotar a los españoles en Chile y seguir en barco para hacer lo mismo con Perú. Faltaban aún diecisiete años para que San Martín iniciara su campaña libertadora. La diferencia entre ese plan y la campaña de los Andes es que el Plan Maitland era de conquista mientras que el de San Martín de liberación.

San Martín no tenía buques y muchos de los presuntos patriotas de Buenos Aires lo boicoteaban (su propio medio hermano José María de Alvear y Bernardino Rivadavia, que eran precisamente anglófilos), como lo hicieron también con Manuel Belgrano y luego con José Gervasio de Artigas. Sólo así así se entiende su estratégica relación con los ingleses para llegar a Perú. No lo hubiera podido llevar a cabo de otra forma y sólo un hombre con la capacidad para desplegar la inteligencia militar que implementó San Martín lo pudo hacer. Ya en el exilio, su respeto por Juan Manuel de Rosas al legarle su sable por haber resistido a la flota anglo francesa en la “Vuelta de Obligado” avala esta tesis.

San Martín combatió los planes británicos, e hizo todo lo posible para que fracasaran. San Martín luchó contra los ingleses en batallas navales en Europa y luchó contra las tropas de Napoleón. Enfrentó al ejército realista enviado por el rey felón, el borbón despreciado por los mismos españoles; pero lo que nunca quiso fue derramar sangre de sus compatriotas como le ordenaron, en su momento, Rivadavia y sus secuaces. Respetó y defendió a José Gervasio de Artigas y a Simón Bolívar y finalmente tuvo que exiliarse.

Muere en Francia en 1850 como un cristiano católico, en un exilio involuntario. Su última voluntad fue descansar en su Patria, pero sus restos son repatriados recién el 28 de mayo de 1880 bajo la presidencia del tucumano Nicolás Avellaneda. ¿Descansa en Paz? La respuesta es negativa, pero ello es motivo de otra historia.

 

 

 

 

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