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25/10/2018
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La Resistencia Castellana frente al Mundo Global


Escuela de Traductores de Toledo, creada por Alfonso “El Sabio”

[SEPA] Para entender el origen y la evolución del idioma Castellano, podemos remontarnos al año 206 antes de Cristo cuando los romanos emprendieron la conquista de Iberia (así la llamaron los Griegos a la península, antes que llegaran los romanos) y la bautizaron con el nombre de Hispania, imponiendo en la región el idioma latino, lengua itálica perteneciente al tronco indoeuropeo. La evolución del latín en Hispania estuvo inicialmente signada por la influencia Griega y por la lengua de los vascones, lo que constituyó el caldo de cultivo de las lenguas romances que luego se desarrollaron en la península, entre ellas, nuestro castellano.

Luego de casi siete siglos de influencia romana, con la decadencia del Imperio ocurrida entre los siglos III y V, ya de la era cristiana; la península Ibérica recibe una significativa influencia germánica. Ello fue consecuencia del encuentro (no siempre pacífico), entre la Roma imperial ya decadente y los pueblos bárbaros (visigodos, vándalos, etc.). Fruto de esta confrontación, el latín popular incorporó germanismos tales como “guerra”, “ganar”, “heraldo” y “burgos”, acentuándose el surgimiento de formas dialectales del latín vulgar que comienzan a insinuar lo que con el tiempo serán reconocidas como lenguas romances, todas hijas del latín vulgar y del griego. Las lenguas clásicas griega y latina aportaron a las nuevas lenguas peninsulares parte de su morfología, estructuras sintácticas y gramaticales y no pocos fonemas; aunque también pueden encontrarse voces del período prerromano como los sufijos “arro” y “orro” y palabras terminadas con la letra “z”.

Mientras la Europa post romana asimila la desaparición del Imperio en medio de un período de inestabilidad política, social y económica, caracterizada por la búsqueda de nuevas identidades y referencias; la península ibérica fue invadida por los musulmanes, cuya organización política, militar y económica, en ese momento histórico era ampliamente superior a la que había quedado en el resto del continente. La cultura árabe, pletórica de matemáticos, constructores, artistas, alquimistas, astrónomos y médicos; aportó a las lenguas romances ibéricas y en especial al castellano palabras que denotan ese nivel alto intelectual, así como la organización política que trajo la invasión. En este orden encontramos palabras relacionadas con la organización política como “alguacil”, “alcalde”; otras con obras de ingeniería urbana y rural como “alcantarilla”, “aljibe”, “acequias”; otras que se relacionan con la actividad comercial como “quilates”, “arrobas”, “almacenes”; otras relacionadas con la construcción y el trabajo en general como “albañil”, “azadón”, “azotea”, etc.

Wikipedia


Alfonso El Sabio


Gramática de Nebrija


El Quijote de la Mancha

Puede afirmarse que la lengua ancestral que con el tiempo derivó en la lengua castellana tiene un origen dialectal en las postrimerías de la Roma occidental (entre los siglos IV y V de la era cristina) conjuntamente con otras lenguas romances y la mayoría de ellas, sobrevivieron a siete siglos de influencia cultural musulmana, conservando una identidad que se consolidará con la expulsión definitiva de los moros en el siglo XV, no sin antes haber incorporado, asimilado y recreado una parte importante del bagaje cultural del Islam.

Ya en el siglo X y XI encontramos los primeros textos que podemos atribuir al idioma castellano o por lo menos a un proto-castellano, en las regiones controladas por reinos cristianos. Estos documentos se conocen como las glosas Silenses y Emilianenses y constituyen comentarios en lengua romance castellana (también en los idiomas navarro y aragonés), escritos por copistas medievales en los márgenes de códices latinos encontrados en el Monasterio de Santo Domingo de Silo, que tienen como propósito o finalidad aclarar pasajes oscuros de un latín cada vez más olvidado a nivel popular.

Si bien al día de hoy coexisten en la península varias lenguas romances, es un dato comprobable que el Castellano ha logrado convertirse tempranamente en la lengua peninsular dominante, lo cual puede atribuirse a muchos factores. Uno de los más decisivos fue la tarea emprendida por Alfonso X, llamado el Sabio, Rey de Castilla; que convirtió al idioma Castellano en la lengua oficial de los Reinos de Castilla y de León y ordenó escribir en esta lengua y no en latín, las obras legales, históricas, astronómicas y artísticas de sus dominios. La labor de Alfonso puede considerarse vital para la consolidación de la identidad ibérica frente a la importante cultura musulmana que había sido dominante en la península por muchos siglos, de la que llegará finalmente a separarse.

A la vieja usanza de Alejandría, el rey sabio creó una escuela de traductores para incorporar a la cultura castellana aportes de textos hebreos y musulmanes de carácter filosófico y científico. También datan de este período las conocidas “Siete Partidas de Alfonso el Sabio”, obra jurídica para muchos equiparable, a lo que en teología fue la “Summa Teológica” de Tomás de Aquino.

La consolidación de la España Castellana con la fusión de los reinos de Castilla y Aragón mediante el matrimonio de los Reyes Católicos Fernando e Isabel, la definitiva expulsión de los moros y el descubrimiento y posterior conquista y colonización de América; transformaron al Castellano en el primer idioma de occidente que, desde la caída de Roma, logra en expandirse por varios continentes siendo incorporado y asimilado por los pueblos conquistados. No es casualidad que en el año 1492 se publicara la primera gramática Castellana por Elio Antonio de Nebrija, hito que fue mucho más perdurable que la misma conquista realizada por las armas y tampoco es casualidad que en el siglo XV, “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, novela escrita por Don Miguel de Cervantes Saavedra se transforme en el primer fenómeno literario mundial, inaugurando lo que se conoce como “El Siglo de Oro Español”, época de florecimiento cultural que coincide con el gobierno de la casa de los Austrias o Habsburgo y que en realidad duró más de un siglo.

La diferencia del castellano con otras lenguas romances de Europa, como el francés y el italiano es que, sin perjuicio de que todas ellas tuvieron épocas de notable esplendor cultural, la decadencia política del imperio español no terminó con el esplendor cultural de la lengua castellana, lo que sí ocurrió en alguna medida con el Francés y el Italiano que vieron menguada -nunca desaparecida- su influencia global o restringida a círculos intelectuales de las elites culturales de sus colonias. Otra diferencia es que el imperio español y sin perjuicio de las justas críticas que puedan hacerse a su cruenta conquista y colonización, en los hechos, también transfirió su cultura a las colonias y se mestizó con los pueblos colonizados dando origen a naciones criollas, que asimilaron y recrearon el legado español, fenómeno que se replicó en menor medida con Portugal, pero no ocurrió con las colonias francesas, italianas, ni mucho menos con las creadas por naciones anglosajonas y germanas que se limitaron a expoliar y esclavizar a los pueblos por ellos conquistados.

Estas circunstancias tal vez expliquen, la apropiación del castellano por los pueblos de la América española, y de la cultura hispánica en general, que dejaron una simiente identitaria renovada en el nuevo continente. La cultura iberoamericana ha generado infinidad de escritores originales, de diferentes estilos, tiempos y geografías; con diferentes y hasta encontradas pasiones políticas, algunos eruditos, otros más populares, que nombrados desordenadamente y al capricho de la memoria integran una lista interminable: César Vallejo, Carlos Fuentes, Alfonso Reyes, Camilo José Cela, Vicente Alexandre, Exequiel Martínez Estrada, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez, Roa Bastos, Ernesto Sábato, Miguel Ángel Asturias, Rómulo Gallegos, Leopoldo Marechal, Manuel Mujica Láinez, Eduardo Galeno, Leopoldo Lugones, Antonio Di Benedetto, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Julio Cortázar, Roberto Art, Octavio Paz, Osvaldo Soriano, Julia Navarro, Juana de Ibarbourou, Adolfo Bioy Casares, Enrique Anderson Imbert, Silvina Ocampo, Victoria Ocampo, Carlos Ruiz Zafón, Marco Denevi, Laura Esquivel, Rodolfo Walsh, Juan José Saer, Juan José Benítez, Isabel Allende, Mario Escobar Golderos, Abel Posse, Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni, Alberto Laiseca, Juan Gelman, Héctor Tizon, Julio Ardiles Gray, Javier Sierra y un interminable etcétera integrado por escritores omitidos tan importantes como los nombrados.

¿Será ésta la razón por la que el idioma castellano y la cultura iberoamericana siguen resistiendo al vacío sub-cultural y estandarizante que se trata de imponer en las últimas décadas desde un renovado y agresivo imperialismo transnacional a través del dominio de los medios masivos y globales de comunicación?

¿Será ésta la razón por la que todavía persiste una fértil e inigualable producción literaria y artística iberoamericana que se mantuvo siempre con altos estándares desde el siglo de oro español?

¿Será esta la razón por la que el idioma castellano, hoy sea la lengua de mayor crecimiento en el mundo y que haya penetrado hasta las entrañas de los Estados Unidos, convirtiéndose en su segunda lengua con vistas a ser -en pocas décadas- la primera?

¿Será cierto el vaticinio de Rubén Darío cuando en su poema “A Roosevelt”, advierte en sus últimas estrofas…?:

“Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant le dijo: ‘Las estrellas son vuestras’.
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.

Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
‘Yo no estoy en un lecho de rosas’; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara: … vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, pero falta una cosa: ¡Dios!

Según el Instituto Cervantes, existen 560 millones de personas que hablan el español como lengua latina, frente a los 350 millones de nativos anglo parlantes. En este sentido es la primera lengua nativa de occidente. Sin embrago el inglés alcanza al español cuando se computa a las personas que lo tienen como segunda lengua, dado que existen aproximadamente 200 millones de personas que hablan el inglés como segunda lengua. Sólo en estados unidos 40 millones de personas hablan en español como lengua nativa y esa cifra va en franco crecimiento en desmedro del inglés. Sin embargo, el español está transformándose en la segunda lengua, de cada vez más angloparlantes de América del Norte. En el mundo la primera lengua es el chino mandarín por que existen 1.200 millones de personas que lo hablan, pero no es un idioma homogéneo y sus formas dialectales hacen difícil la comunicación entre los propios cinoparlantes, a la vez que su grafía resulta compleja frente a la de los idiomas alfabéticos, lo que frena su expansión.

 

 

 

 

 

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