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Marzo 2023
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El Misterioso
Demonio de las Filipinas

[Artemio Gris] Autoridades del archipiélago filipino informaron recientemente que residentes de un barrio popular de Manila denunciaron que avistaron a una criatura demoníaca. Según los testigos, la entidad tiene alas de murciélago y su aspecto se parece a una criatura mítica conocida en el país como Manananggal. Este monstruo tiene rasgos humanoides y si bien algunos lo describen con una cabeza de cerdo, en otras ocasiones fue dibujado por peritos policiales, de manera similar a muchas de las gárgolas de Notre Dame, la antigua Catedral medieval que preside la isla de la cité ubicada en el Río Sena que atraviesa la ciudad de París, en Francia. Los rumores sobre el Manananggal continúan creciendo y los residentes parecen estar presos de una histeria colectiva por el temor de encontrarse con la criatura en la oscuridad de la noche.

Otros describen al Manananggal como una entidad diabólica que puede separar en dos su cuerpo: la parte superior desarrolla alas para volar de noche en busca de mujeres embarazadas para arrancarle sus hijos del vientre, despedazarlos y deglutirlos; mientras que las extremidades inferiores, excretando por la parte amputada del torso un líquido viscoso y sanguinolento de hedor pútrido, deambula por las calles esperando a su otra mitad. La tradición indica que, cuando alguien se cruza con esas extremidades inferiores supurantes y monstruosas que caminan por los barrios más oscuros de Manila, debe rodearla con un círculo de sal para confinarla. La parte terrestre del monstruo no puede ver y sólo parece presentir la presencia del torso alado, cuando éste se acerca para reunirse nuevamente; por alguna razón que se desconoce, la sal impide al torso que los hedores de su otra mitad lo guíen hasta su ubicación.

Hasta ese momento la abominación inferior se desplaza ciega e inconsciente y los asustados parroquianos, cuando intentan confinarla en sal, suelen tener la prudencia de hacer un círculo grande para no ser alcanzados por sus garras. Todos saben que la infra bestia, con sus movimientos ciegos, puede lacerar fácilmente la piel humana provocando una herida fatal que no tiene cura y que termina engangrenada hasta matar a la víctima. Cuando los cazadores tienen éxito, el demonio inferior queda atrapado y no puede reunirse nuevamente con su otra mitad que, desorientada, termina volando en círculos hasta que los primeros rayos del sol la incineran como si fuera de papel. Concluida la combustión, las cenizas humeantes y malolientes del torso volante del Manananggal se precipitan al suelo y el viento las dispersa. Los residentes de la zona en la que caen, sienten por varios días un mal olor -similar al de los huevos podridos- y, cuando ello ocurre, los parroquianos saben que uno de estos monstruos ha sido muerto.

¿Qué pasa con las extremidades inferiores? Cuando termina la quema del torso alado, las fétidas extremidades inferiores se desploman formando una masa oscura y viscosa que se asemeja a una desproporcionada materia fecal que se mantiene tibia por varios días hasta que se enfría, solidifica y cristaliza. Algunos confunden al cadáver incompleto ya frío y endurecido del infra Manananggal con la obsidiana, por su dureza y el oscuro brillo que alcanza. La fetidez de las cenizas dispersas y la de la falsa piedra persiste hasta que ocurre la primera lluvia después del evento, que finalmente lo elimina. Se ignora el por qué, pero el agua y la sal es lo único que elimina sus olores putrefactos.

¿Desde cuándo se tienen noticias del Manananggal? La historia de Filipinas es milenaria y compleja, muchos reinos ancestrales tuvo el archipiélago, muchos dominios extranjeros y diversas culturas enriquecieron las tradiciones locales. Sin embargo, el más extenso de todos fue el dominio español, que unificó políticamente a las islas dotándola de organización administrativa y un idioma que con el tiempo devino universal. Los españoles llegaron en el 1500 a las islas Filipinas, así nombrada en honor al Infante Felipe primogénito de Carlos I de España y V de Alemania. Al abdicar su padre, Felipe llego a ser el Rey Felipe II de España (1527-1598). En 1565, las islas quedaron bajo la administración del Virreinato de Nueva España, hasta 1821. Un dato que caracteriza al período español de Filipinas es que la región estaba escasamente poblada cuando llegaron y bajo el dominio español la población nativa creció mestizada con los españoles mientras la religión católica se propagó hasta ser mayoritaria, por obra de los jesuitas y otras órdenes. Hoy es el tercer país con más católicos del mundo, luego de México y Brasil; pues de sus actuales 113 millones de habitantes, más de 100 millones son católicos apostólicos romanos. Durante la relativa Pax Hispánica no hay registros del Manananggal, hasta después de 1762 época que la misma fue interrumpida.

En esta época, los ingleses intentaron infructuosamente conquistar las Filipinas. Desembarcaron en 1762 pero encontraron con una férrea resistencia de los filipinos y después de dos años de hostilidades, debieron resignar sus ambiciones en un tratado que reconoció la soberanía española en las islas. Finalmente se retiraron derrotados en 1764. Durante esos dos años las tropas británicas perpetraron crueles matanzas de nativos y aun así fueron derrotados. Incluso abandonaron el ejército británico miles de soldados mercenarios hindúes llamados Cipayos, que vinieron con ellos y que finalmente huyeron a Caína Rizal, renegando de su fidelidad a la Corona Británica.

Es conocida la histórica enemistad de los británicos con España y con el Papado y la creciente preocupación que generaban los virreinatos españoles dispersados por el mundo mestizándose con pueblos originarios. A la América Española se sumaba, con las Islas Filipinas, una creciente región de españoles mestizados en el Asia, católicos e hispanoparlantes; por lo que el Reino Unido se dedicó a aplicar durante su breve dominio en este archipiélago, una política de exterminio sobre gran parte de su población, combinando ello con el tráfico de esclavos, para la explotación y expolio de las riquezas filipinas y de las regiones aledañas; lo que produjo una sensible baja poblacional de criollos filipinos durante esos escasos dos años.

¿Qué dice Wikipedia?


Guerra fIlipino-
estadounidense


Ferdinando Marcos


Manila

Pero volvamos a la leyenda del Manananggal que surge en esta época. Como toda leyenda, tiene orígenes grises o cuando menos conjeturales.

En Manila se atribuía al comandante Dawsonne Drake de la Compañía Británica de las Islas Orientales -asignado para ocupar las Filipinas-, una extraña historia. Se decía que el Rey de Inglaterra Jorge III (1738-1820) -que había asumido en 1760- le entregó un extraño huevo negro y casi tan grande como los de un avestruz, que los ingleses denominaban -usando el idioma español para nombrarlo- como Mandrágora del Dragón. Se especula que la corona británica lo poseía desde la época de Isabel I de Inglaterra (1533-1603), cuando ésta estaba en guerra con el español Felipe II. Sobre sus orígenes poco se sabe, algunos le atribuyen al corsario y traficante de esclavos inglés John Hawkins (1532-1595), haberlo obtenido de un esclavo marroquí o robado de galeones españoles que había financiado el papado con el encargo de llevar una valiosa carga a Roma. Lo cierto es que esa valiosa carga habría llegado a Londres bajo el nombre español de Mandrágora del Dragón y era un huevo negro de un ser híbrido entre vegetal y animal; que el demoníaco John Dee habría utilizado al servicio de la entonces Reina de Inglaterra Isabel I.

Su lejano sucesor, Jorge III, supersticioso como era; quiso sacar este raro objeto lejos de la metrópolis londinense y lo envió al otro extremo del mundo con Drake, quien tenía la orden de implantarla en la selva filipina aledaña a Manila, con el propósito de ver si era cierto que podía exterminar la población.

Incrédulo de tales supersticiones reales, Drake decidió enviar un grupo de Cipayos para cumplir la orden de su Rey. Cuentan las historias que siete lunas habían transcurrido desde que la misión fue cumplida, cuando una bestia comenzó a aterrorizar a las mujeres embarazadas del lugar, cuyos cadáveres desangrados aparecían por doquier. Estos hechos habrían atemorizaron a los cipayos quienes se rebelaron contra sus jefes huyendo a Caína Rinzal. Había nacido el monstruo que los cipayos indúes al servicio de Inglaterra denominaban, en un mal español, como Mandragadragan y que el tiempo y el mal uso deformó en Manananggal.

¿Habrá sido toda esta leyenda una invención de los invasores ingleses para justificar los cruentos crímenes que ocurrían sobre la población de las fértiles mujeres filipinas? Todo es -repito-, conjetural, pero lo cierto es que la leyenda se fue diluyendo con la derrota y retirada británica de 1764 y quedó confinada en el reino de la literatura y de las creencias folclóricas populares y las denuncias de violentas muertes de mujeres embarazadas desangradas, fueron diluyéndose como un mal sueño por muchos años, hasta que, a principios del siglo XX otros extranjeros angloparlantes llegaron a la isla, esta vez con más éxito que sus predecesores.

Antes que ello suceda, cabe recordar que, el siglo XIX significó para España la declinación del imperio virreinal y desde adentro de la propia España varias organizaciones masónicas promovían insurrecciones secesionistas en los virreinatos de españoles de América, llegando esa larga influencia al Asia, a las Filipinas en donde, al igual que en América del Sur; una suerte de nuevos cipayos promovían la secesión del otrora gran imperio para recostarse en el apoyo británico, que había encontrado una mano de obra gratuita dispuesta a dar la vida para separarse de España y debilitarla. Guerras fratricidas en toda la América española hicieron el trabajo sucio a los británicos que fueron quienes se beneficiaron con ello transformándose en los amos de los mares y el comercio del mundo.

En Filipinas las organizaciones masónicas no operaban a través de Inglaterra sino de su dilecto hijo, los Estados Unidos. A fines del siglo XIX, desde Norteamérica se financiaron guerrillas y se crearon los primeros gobiernos con cierta autonomía impulsados por la sociedad masónica Katipunan y se fundaron pequeñas repúblicas como la de Kakarong o la de Biac-Na-Bató; pequeñas unidades administrativas pseudo-autónomas destinadas a la dominación y dependencia extranjera en nombre de una supuesta soberanía. Estos efímeros estados terminaron con un pacto blando que firmó el Ministro español Primo de Rivera, con los rebeldes filipinos, quienes se fueron al exilio recibiendo dinero del propio gobierno español para que no pasaran apuros y así, todo parecía volver a la normalidad… hasta que apareció sin intermediarios y sin máscaras el nuevo actor en este drama: Estados Unidos. El ejército norteamericano llegó en 1899 con el propósito de ayudar la insurrección contra España, pero cuando se retiró en 1902 dejó, según los más destacados historiadores modernos, 250.000 civiles filipinos muertos, la mayor masacre civil de la historia de las islas; además de 20.000 solados muertos. Es conocida la orden del Gral. Smith del ejército estadounidense de matar a todo varón filipino mayor de 10 años.


El general Smith dando la orden de matar a los mayores de 10 años

Pero ésta no es una crónica histórica sino la narración de la leyenda del Manananggal que reaparece en 1899 con una serie de crímenes de la bestia contra mujeres embarazadas. Estos crímenes quedaron opacados por las matanzas ocurridas en la guerra de Filipinas contra los Estados Unidos; aunque algunos afirman que es una mera leyenda que encubre atrocidades humanas. Tras la derrota filipina las islas serán colonia de Estados Unidos hasta Julio de 1946 donde se proclama una pseudo independencia bajo la tutela norteamericana que impuso sucesivos gobiernos títeres y/o dictadores; entre ellos el tristemente célebre Ferdinando Marcos que gobernó entre 1965 y 1986. Se crearon bases militares que duraron hasta 1992, se impuso el idioma inglés y se desalentó la religión Católica. Mientras tanto y durante toso el siglo XX, los ataques del Manananggal aterrorizaban a la población. En 1992 año fue denunciada otra aparición en el distrito de Tondo en la ciudad de Manila; lugar en el que la población vivió aterrorizada, dada la cantidad de mujeres embarazadas que presuntamente eran atacadas por el monstruo.

El tabloide de mayor circulación del momento, People's Journal Tonight, publicaba entrevistas de mujeres que habrían luchado contra el demonio, al que se describió como una entidad andrógina. “…Tuve suerte de poder liberarme. Vi la mitad de su cuerpo. Estaba desnudo. Tenía senos, cabello largo y desaliñado, brazos largos, uñas y colmillos afilados…”; dice el testimonio. Otros parroquianos corroboraban la verdad de los dichos. Por su parte El Chicago Tribune informó que muchas mujeres locales sufrieron abortos espontáneos durante y los habitantes del lugar atribuyeron estos episodios a los ataques del Manananggal. “…En mi pueblo, ninguna mujer embarazada sale al anochecer…”, dijo una vecina quien testimonió a la prensa local su propia experiencia.

En la actualidad circula una versión que desnudaría las intenciones filicidas de la leyenda, como un artilugio para encubrir una política impuesta desde el extranjero desde hace siglos. Es por ello que, sin referirse a esas leyendas, Filipinas ha denunciado la presión ejercida por las Naciones Unidas en noviembre de 2022 para legalizar en su país lo que los propios filipinos describen como el asesinato de niños no nacidos a través del aborto. La ONU, sin embargo, pidió que se aplicaran las recomendaciones del organismo internacional. Filipinas rechazó rotundamente la recomendación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (HRC) de legalizar el matrimonio homosexual y permitir el aborto y el divorcio. Esta solicitud fue formulada por otros estados miembros de la ONU durante el Examen Periódico Universal (EPU) en noviembre en Ginebra. El secretario de Justicia de Filipinas, Jesús Crispin Remulla, dijo que las recomendaciones a favor del aborto hechas por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra eran inaceptables. Por otro lado, la misma comunidad internacional ha ignorado las matanzas perpetradas en Filipinas durante el siglo XX, salvo por las colaterales y escasas menciones periféricas de algunas Organizaciones no Gubernamentales.

Karl Gustav Jung (1875-1971) dice que las leyendas de los pueblos y sus creencias, son emergentes del inconsciente colectivo de una sociedad que expresa sus temores profundos a través de la misma. Poca importancia tiene si ha sido creada artificialmente con fines espurios como el encubrimiento de crímenes horrendos perpetrados de manera organizada por oscuras fuerzas ajenas a esa comunidad; la recepción por parte de la misma termina; no sólo desnudando sus miedos, sino advirtiendo a los probables gestores del horror, consignas como las que repiten las mujeres de Manila: no queremos que maten a nuestros hijos. (Artemio Gris)

 

 

 

 

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