La Nueva Caverna
[SEPA] Una las metáforas más bellas sobre el conocimiento y la vida, la proporcionó el filósofo griego Platón siglos antes de la era cristiana, cuando describió la aparente realidad que captan nuestros sentidos en su “Alegoría de la Caverna”. Para el ateniense, pasan por delante de nuestros ojos cautivos, sólo las difuminadas sombras de los objetos reales; que percibimos estando encadenados en lo profundo de una caverna, de espaldas a la entrada que nos conduciría al exterior. Afuera de la caverna se encuentran las cosas reales iluminadas por el sol, mientras creemos que las sombras que proyectan al interior es la realidad.
Nada más premonitorio, ni descriptivo del actual mundo post-moderno, en el que miles de millones de seres humanos han decidido voluntariamente cerrar los ojos a la realidad y recluirse en una pequeña pantalla que sustituye el diálogo por el Whatssap, los objetos por su imagen, los sentimientos por un emoticón y la verdad por las tendencias de búsqueda o sondeos de opinión. Lentamente nos estamos encerrando dentro de tribus virtuales que agrupan personas similares que consumen lo mismo, que piensan lo mismo y que comparten cada una su propia versión de la realidad.
Entre los barrios privados y countries que, desde los años ’90 del siglo pasado, están sustituyendo a las ciudades vivas y diversificadas de antaño y aquellas tribus digitales globales de gente “como uno”; transcurre la nueva civilización humana estandarizada, segmentada, clasificada y altamente jerarquizada en estamentos determinados por niveles de consumo, cada vez más rígidos e inflexibles. Para que ello ocurra es necesario que la información y la comunicación social, discurran de manera homogénea pero con apariencia heterogénea, de manera vertical pero con apariencia horizontal, de manera unidireccional, pero con apariencia interactiva.
Si analizamos las formas de comunicación e información social a lo largo de la historia, podemos encontrar que, desde la antigua Roma existían medios como la denominada llamada Acta Diurna, que se publicaba semanalmente desde el año 59 de la era cristiana para informar sobre hechos políticos y sociales, así como también el Acta Senatus y los Annales maximi, de similares características. En China, alrededor del siglo VIII de la era cristiana, existía una publicación del gobierno imperial. En la Europa medieval, los antiguos pregones leían bandos a la población analfabeta para enterarlos de las decisiones de los señores feudales. También surgieron los avisos, páginas escritas a mano que se colgaban en lugares públicos y en el siglo XIII, se creó en Inglaterra la Nouvelle manuscrite para la difusión de noticias.
Con la imprenta de Johannes Gutenberg, en el 1400, empezaron a aparecer hojas con información sobre puertos, eventos políticos y sucesos. El primer periódico impreso en Europa fue Nurenberg Zeitung y se publicó en Alemania en 1457. Con el tiempo estas publicaciones fueron adquiriendo periodicidad diaria, semanal, quincenal o mensual y en el siglo XVII esta modalidad se extendió por toda Europa y América y es el origen de los actuales diarios
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Por ejemplo, en 1615, nació el Frankfurter Journal, de Alemania; en 1622, el periódico inglés Weekly News; en 1640, la Gazzeta Publica, de Italia; en 1641, la Gaceta semanal, de Barcelona y en 1661, la Gaceta, de Madrid. El Post-och Inrikes Tidningar, de Suecia, es el periódico más antiguo del mundo que aún hoy continúa editándose y fue publicado por primera vez en 1645. En Argentina, el primer periódico fue la Gazeta de Buenos Aires en 1810, fundada por Mariano Moreno.
El fenómeno de la prensa resultó ser mucho más que un medio para transmitir información. Es un medio de formación de la opinión que principia por ser publicada y luego de ser diseminada y multiplicada exponencialmente entre la población, al ser apropiada por sus destinatarios se transforma en opinión pública y como tal en dominante. Las formas históricas y presentes de comunicación social nunca dejaron de ser asimétricas, dado que, la fuente que las origina determina en gran medida qué se transmite o cómo se trasmite.
¿Acaso el periodismo en todas las épocas fue una profesión más o menos controlada y la libertad de expresión, en el mejor de los casos un anhelo que esporádicamente sucede cuando los poderes establecidos entran en crisis y ceden su lugar a los nuevos poderes que los sustituyen? Si nos atenemos a los antecedentes reseñados, la información, por lo general, siempre fue vertical, unidireccional y descendente, con pequeños espacios por los que se filtra, de tanto en tanto, un poco más de luz; que deja traslucir algunas sombras apenas un poco más nítidas, pero que sugieren que hay algo más que la borrosa realidad.
Si lo único que podemos ver son los medios… ¿No son análogos a las cadenas que nos obligan, en la metáfora platónica, a mirar el fondo de la caverna y las borrosas sombras en él proyectadas por los objetos reales? Siguiendo la metáfora platónica, algunos intentarán liberarse de las cadenas, voltear la vista y los más osados se animarán a salir de la caverna para deslumbrarse con la luz exterior. |
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Algunos de estos osados hombres y mujeres que logren liberarse intentarán rescatar a sus amigos encadenados, pero serán ignorados, ridiculizados e incluso asesinados; otros describirán en clave poética, con novelas y narraciones el camino de salida. Tal vez por ello, la literatura sea algo más que un mero arte.
Pocas veces se advierte que al lado de los pregones de los señores estaban los juglares con sus cantares populares, los bufones con sus bufonadas y los actores callejeros que representaban la comedia y la tragedia de la vida. ¿Acaso el Mercader de Venecia no dice mucho más cosas que cualquier bando real? ¿O el Sancho Panza de la ínsula barataria? ¿Qué descripción más certera de la sociedad se puede encontrar, que la del Lazarillo de Tormes o la de los Viajes de Gulliver? No en vano suele afirmarse que la última frontera para salir del ensueño está en libros como aquellos, que descorren el velo que imponen los bandos oficiales. La última victoria de los señores feudales es la muerte de los juglares, poetas y escritores, la real o la simbólica; que hoy está siendo lograda, no ya con la censura o el silencio; sino con la prolija uniformidad que imponen las pequeñas pantallas, encubriendo lo real con la mansa aceptación de una nueva generación de hombres y mujeres que voluntariamente se asumen esclavos. |
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